José Gregorio Hernández: Hombre de ciencia y siervo de Dios
Conocido como el médico de los pobres, desde hace décadas los venezolanos esperaban la beatificación de José Gregorio Hernández, quien ejerció hasta su muerte como médico y docente. Su esperada beatificación fue anunciada por la Conferencia Episcopal Venezolana, al confirmar que el Papa Francisco había dado su visto bueno.
Hombre de ciencias y hombre de Fe
El Dr. José Gregorio Hernández fue un hombre devoto y también dedicado a la ciencia, quien brindó grandes aportes al desarrollo de la medicina moderna en Venezuela y cuyos estudios fueron aplicados a los pacientes de la época, para ofrecerles el mejor tratamiento posible y encaminarlos hacia una pronta recuperación, atendiendo con gran generosidad a enfermos de bajos recursos.
Nació en la pequeña localidad de Isnotú, estado Trujillo, en 1864 y fue académicamente muy destacado a lo largo de su vida, lo que lo llevó a desarrollar la carrera de medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde culminó sus estudios con excelentes calificaciones.
Al graduarse de medicina, regresó a su pueblo natal para atender allí a sus pacientes. En la Venezuela de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se lidiaba con enfermedades como tuberculosis o paludismo, las cuales estaban muy extendidas, especialmente en la población rural.
Como hombre de ciencia y excelente académico, el Dr. José Gregorio obtuvo una beca para completar sus estudios en París, ciudad que estaba a la vanguardia de los avances de la medicina. Esta fue una gran oportunidad para aprender de tales avances y luego introducirlos en Venezuela.
Destacó como docente e investigador, introdujo el uso microscopio y sentó las bases de la bacteriología, así como otros campos científicos hasta entonces poco desarrollados en el país. Asentado en Venezuela, José Gregorio Hernández desarrollo una amplia labor clínica e investigadora, e incluso completo un tratado de filosofía, dejando también como legado importantes trabajos en Anatomía Patológica e Histología.
Como ferviente y devoto católico, intentó ordenarse dos veces como sacerdote y fue admitido en dos oportunidades a lo largo de su vida en el monasterio de Cartuja de Farneta, ubicado en la Toscana, Italia, pero tuvo que retirarse por problemas de salud asociados a la respiración, de modo que regresó a Caracas. Luego, intento ir a un seminario romano, pero nuevamente tuvo que abandonarlo, por los mismos motivos.
El doctor José Gregorio Hernández puso mucho empeño en hacer ciencia en las condiciones poco propicias de la Venezuela de su tiempo. Para algunos de sus biógrafos, el camino que tomó fue el de la santidad dentro de la medicina. Él integró una excelente formación científica en su experiencia espiritual, para ponerlo en servicio de quien lo necesitara, en especial, de aquellos que están más necesitados.
Al centenario de su muerte y su beatificación
Obtuvo el título de “El médico de los pobres” por atender a los más necesitados y llevarles las medicinas para su tratamiento, tal como lo hizo hasta el día de su muerte, cuando, al mediodía del domingo 29 de junio de 1919, fue atropellado por un vehículo Essex, mientras se dirigía a atender el llamado de una mujer mayor gravemente enferma. Este suceso provocó un trágico accidente, que acabó con la vida del hoy beato, quien es venerado por todos los venezolanos devotos a su legado.
El incidente ocurrió justamente al cruzar una calle, después de pasar a la farmacia de Amadores, en el sector llamado La Pastora, de la ciudad de Caracas; se presume que el Dr. José Gregorio Hernández se dirigía a la farmacia para buscar las medicinas que de seguro necesitaría la enferma, consciente de que ella no podría comprarlas.
Cuando salía del lugar, José Gregorio Hernández alcanzó a ver el tranvía que pasaba por la pequeña vía y que le impidió ver el vehículo Essex que se aproximaba. Este auto era el primero en aquella población, por lo que los transeúntes no estaban acostumbrados ni a verlos ni a cuidarse de su velocidad. El arrollamiento provocó en el médico una fractura de cráneo que le quitó la vida instantáneamente.
Más de un centenar de años después, los venezolanos mantienen su devoción y han puesto empeño en lograr su beatificación por los múltiples milagros y curaciones que se le atribuyen al médico de los pobres. Este proceso no avanzaba hasta la salvación milagrosa de la niña Yaxuri Solórzano, quien recibió un disparo en la cabeza en el 2017. Los médicos daban un mal pronóstico de vida, incluso auguraban secuelas permanentes si lograban salvarle la vida, pero gracias a la devoción de su madre, la niña se recuperó rápida y totalmente.
El viernes 30 de abril fue celebrada la ceremonia de beatificación, con pocos asistentes y con mucha austeridad, en la iglesia del colegio La Salle, ubicado en la zona de la ciudad en la que José Gregorio Hernández realizó gran parte de su labor como médico, con especial atención a los más desfavorecidos. La ceremonia contó con la presencia del Cardenal Parolín, Arzobispos y Obispos de Venezuela y la niña Yaxury Solórzano, quien recibió el milagro por intercesión de José Gregorio Hernández, en compañía de su madre y su hermana, entre otros.
La iglesia develó la imagen oficial en comunión con la Diócesis de Trujillo, sin imponerla como una imagen única, puesto que José Gregorio Hernández ha estado presente en la mente y corazón de los venezolanos por más de 70 años con diferentes representaciones gráficas.
El presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) se unió al gozo del pueblo venezolano, y destacó la admirable enseñanza que nos dejó el doctor Hernández, quien optó por el cuidado y compasión de los enfermos como su sentido de vida. Además agregó que su práctica profesional y su caridad cristiana estaba cimentada en el amor a la eucaristía y su comunión diaria, muestra la riqueza del diálogo entre la ciencia y la fe, cuando esta se pone al servicio de la humanidad y de los más necesitados.
El Sumo Pontífice, el Papa Francisco se unió al regocijo de todos los venezolanos mediante un mensaje grabado, donde resalta:
La beatificación del doctor Hernández es una bendición especial de Dios para Venezuela, invitando a la conversión hacia una mayor solidaridad de unos con otros, para producir entre ustedes la respuesta del bien común tan necesitada para que el país reviva, renazca después de la pandemia, con espíritu de reconciliación. Es una gracia que hay que pedir: el espíritu de reconciliación; porque siempre hay problemas en las familias, en las ciudades en la sociedad hay gente que se mira un poco de costado, que se mira mal, y hace falta la reconciliación siempre, ¡la mano tendida! Y es una buena inversión social la mano tendida.
El papa continúa pidiendo que todos sigamos el admirable ejemplo de servicio desinteresado a los demás, que vayamos más allá, dar pasos concretos para ser una sola Venezuela, sin dejarnos vencer por el desaliento en la empresa.
A más de 100 años de su desaparición física, la Fundación Alma Amiga recuerda el inspirador legado del Dr. José Gregorio Hernández, fuente de inspiración infinita para sus voluntarios y su gran colaborador Enrique Alberto Romero Domínguez, y se une al regocijo de los venezolanos con la beatificación de este insigne venezolano, quien dedico su vida por ayudar y sanar al prójimo, además de dejar sus conocimientos, para que haya mejores doctores y salvar más vidas.
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