Aprender a vivir el tiempo de misericordia

El director de Cultura y Educación del Movimiento Integral para la Vida, fundación dirigida por Enrique Alberto Romero Domínguez, realizó una reflexión entorno a la solidaridad. Descubre de qué se trata a continuación


En el Movimiento Integral para la Vida, nuestro ideal ha sido compartir la alegría  de la vida, defender la vida y enseñar a vivir. Curiosamente en ninguna escuela se capacita al ciudadano para vivir; nos estimulan la inteligencia verbal y la inteligencia lógico-matemática; pero no la vocación a ser felices, ni el valor intrínseco que tiene la vida.


Solamente estando al borde de la muerte, el ser humano aprecia el valor que la vida tiene, la vida propia, porque es algo para comprender, no para entender. La solidaridad hacia la vida del otro, que está en riesgo o que se pierde, nos causa sorprendimiento ante un conato de riesgo inminente, pero por lo general, vamos dejando pasar el transcurrir de nuestras horas sin preocuparnos por lo que pueda afectar al otro, y a lo otro.


Parafraseando el pensamiento de Arturo Uslar Pietri, cuando  en el ensayo  Aprender a  Ser que dirigió a la UNESCO bajo la dirección del expresidente Faure, que rezaba que “hay que enseñar a vivir”, llega a mi mente la curiosa estampa de la moda que hacen los cristianos del ahora, al invitar en la entrada del tiempo cuaresmal a la práctica de las obras de misericordia; y no es que esté mal, sino que, así como hay la imperiosa necesidad de enseñar a vivir, la hay también de enseñar que la solidaridad es el eslabón más débil del vivir, sobre todo del vivir en sociedad.


Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar, pensaba que para que los hombres pudieran vivir en Libertad, había que comenzar a enseñarles el valor del trabajo por medio de la práctica de un oficio, que les permitiera no tener que venderse a sí mismos en labores serviles, y que adicionalmente les proveyera el don de la sociabilidad: “Educación para la vida, educación para el trabajo, educación para una sociedad igualitaria".

Un tiempo para demostrar la bondad del ser humano 


Volviendo a los valores cristianos, en cuaresma, les decía, se nos invita a practicar los actos de misericordia, o las obras de misericordia, que según nos enseñan, son corporales y espirituales:


Las obras corporales que están descritas incluso en la biblia son: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar al enfermo, consolar a los privados de libertad, enterrar a los difuntos.


Las obras espirituales de misericordia son: enseñar al que no sabe, dar consejo oportuno al que lo necesita, corregir al que se equivoca de forma notoria, perdonar al que nos ofende, consolar al triste, tolerar pacientemente los defectos del prójimo, y rezar tanto por los vivos como por los difuntos.


Tenemos allí un precioso compendio que si lo asimilamos, nos ayudaría de forma sistemática y progresiva, si se trabaja en forma de cumplimiento de metas, y con motivación intrínseca, a ser mejor persona, mejor ciudadano, santo, en términos religiosos.

Movimiento Integral para la Vida: obras de buena voluntad para los necesitados


En nuestra Fundación MIPV, tenemos como norte que nuestros asociados y beneficiarios, gocen y vivan los frutos de los actos de misericordia, porque implícitamente, aportan alegría en nuestro corazón y nos aportan: felicidad, que en fin de cuentas, es el fin último de la vida del ser humano.


El tiempo de cuaresma es un tiempo propicio para que esta motivación surja en nuestras filas, porque es tiempo para buscar al hermano, al más necesitado de que le hagamos alguna obra de misericordia, que estamos seguro, no quedará sin recompensa a los ojos de Dios.


Cumplir con las obras de Misericordia es enseñar a vivir, de un modo digno y humanizado en su esplendor.  La cuaresma nos aporta un itinerario de 40 días, pero con infinitas razones materiales y espirituales para practicarlas.


Comienza la cuaresma, justo después del martes de carnaval, con un día llamado: miércoles de ceniza, en donde muchos van a los templos a recibir la marca de hollín en forma de cruz sobre la frente, como símbolo de conversión y penitencia, como símbolo de que somos polvo, y al polvo volveremos; pero cuidado, no nos quedemos en lo bonito de este símbolo, la ceniza debe ser arrastrada hacia la conciencia de que hay que practicar estas obras de misericordia, que son la conversión en acción, recordemos que la fe sin obras está muerta.


¿Tienes fe en Dios? Ayuda a los seres humanos necesitados, y estarás cumpliendo la misión, ama a Dios sobre todas las cosas, y al Prójimo como a ti mismo.

El Señor nos bendice. Practica la misericordia, enseña y aprende a vivir.

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