Enrique Romero: Alimentando nuestra naturaleza espiritual

 

La naturaleza espiritual forma parte del ser humano y, al igual que nuestra naturaleza física o emocionalcultivar o alimentar esta parte de nosotros nos puede ayudar a sentirnos más realizados y alcanzar un estado de felicidad, que no será más que el resultado de la serenidad de nuestro espíritu. Un equilibrio entre la espiritualidad, la mente y el cuerpo cuidado y nutrido, representa la verdadera fortaleza donde sentar las bases para tener una vida sana.

Reconociendo nuestra inteligencia espiritual

La naturaleza espiritual nos es inherente, como la naturaleza física o emocional, de modo que podemos cultivarla independientemente de la tradición que sigamos al desarrollar algunas aptitudes desde que nacemos para alimentar nuestro espíritu, tales como:

  • Sentirnos agradecidos a la vida por lo que somos
  • Prepararnos para el momento de la muerte
  • Entender qué significa el sufrimiento y la enfermedad
  • Identificar cuál es el sentido de nuestras vidas
  • Sentir empatía y amar incondicionalmente
  • Aprender de las situaciones difíciles

Esa naturaleza que nos brinda una apertura a experiencias que van más allá de lo corporal y emocional, pertenecen a otra dimensión que la ciencia ha investigado, definiéndola como la esfera de lo espiritual.

Una de las líneas de investigación más importante se refiere a la identificación de la inteligencia espiritual entre el conjunto de inteligencias que conforman la capacidad humana, que señalan aquellas operaciones y potencialidades que no pueden explicarse sobre las diferentes gamas de las inteligencias múltiples, obligando a añadir una dimensión más que incluye lo espiritual, como un rasgo imprescindible para desarrollar toda la inteligencia de manera integral.


 

Esta investigación realizada por Howard Gardner, psicólogo e investigador de la Universidad de Harvard, se define a la inteligencia emocional como la capacidad de situarse a uno mismo en relación con las interrogantes radicales relativas a nuestra existencia, como son:

  • El significado de la vida
  • Por qué morimos
  • Por qué existe el mundo
  • El amor o la atracción por expresiones de lo bello y sublime

Otras investigaciones concluyen que las personas que cultivan su naturaleza espiritual, tienen una gran apertura a la pluralidad, como también tienen mayor tendencia a hacerse preguntas sobre el porqué y para que de las cosas, además de tener mayor eficiencia en darle respuestas totales a estas interrogantes.


 Por ello, como seres espirituales debemos cultivar nuestra inteligencia espiritual, generando un placentero desapego a lo que no permanece, y poner toda nuestra atención a los valores perdurables e ideales de futuro. Nuestro desafío es como satisfacer esta predisposición natural que tenemos para alcanzar una vida plena y saludable, llena de gozo.

 

Alimentar nuestro espíritu

Por intuición, honramos a nuestro ser espiritual, que nos brinda un placer interior y le da sentido a los instantes cotidianos, orientamos nuestra conducta hacia la formación de las bases de nuestros deseos y expectativas, para cultivar nuestra alma o nuestro espíritu, podemos integrar una serie de prácticas sencillas, que nos va a ayudar a alinear esas demandas interiores, y cambiar nuestra calidad de vida:

  • Conectar con nuestro espíritu, ejercitando el silencio, conectarnos con la naturaleza, disfrutar de la belleza en cualquiera de sus expresiones, o deleitarse del gozo que genera la compañía de un ser querido.
  • Practicar la introspección personal  a través de la meditación la oración diaria, escribirse poemas o diarios, conmemorar con simples ceremonias momentos o personas especiales.
  • Vivir el momento a plenitud con plena consciencia y disfrute y sentirnos agradecidos por ello, alcanzando la sensación ideal de no pensar en lo próximo que debes hacer, ni pensar en lo que acaba de ocurrir.

 

Estas prácticas nos ayudan a identificarnos con nuestra naturaleza espiritual. Aplicando pequeños cambios en nuestro día a día, creando hábitos que nos ayudará a alimentar nuestra alma y nuestro espíritu, cómo:

  1. Meditar diariamente crea un impacto en todas las dimensiones del ser humano
  2. Hacer cualquier actividad física o yoga, mejoran considerablemente nuestra salud del cuerpo y la mente, aumentando la energía vital.
  3. Mantén hábitos alimenticios saludables, y disminuye el consumo de toxinas. Los alimentos son información, y de la misma forma que nutres tu espiritualidad hazlo con tu cuerpo.
  4. Practica tu camino espiritual, cualquiera que sea la tradición que sigas, haciendo un acercamiento a través de la oración, o repetición de mantras, o preparar una ofrende a altar, creando un espacio para tener la oportunidad de dar gracias por las cosas buenas de la vida. También, puedes enriquecerte con lecturas que te ayuden a profundizar más sobre tu práctica.
  5. Práctica el perdón, para con los demás y para ti mismo. No guardes ningún resentimiento, amargura o una mala sensación con nadie, ni con nada. Busca la paz interior como forma de vida.
  6. Sé amoroso con tus palabras, estas tienen energía positiva o negativa. Practica la compasión al usar el habla con el prójimo, y recordar que todos vinimos del mismo padre.
  7. Toma conciencia de tus emociones y reacciones de forma negativa. Evita actuarlas, trata de buscar el origen de la emoción y el porqué de la reacción que generas y no identificarte con ella. Entender la causa de la emoción nos ayuda a sanarnos.
  8. Aléjate de la información negativa que puedas leer o escuchar, busca lecturas que te nutran mentalmente, aléjate de los chismes y rumores que puedan dañar a alguien
  9. Realiza alguna actividad que te llene de alegría y satisfacción, aunque no la consideres relevantes, tales como leer, bailar, escuchar música o simplemente hacer algo nuevo, que son importantes para tener equilibrio como personas en cuerpo, mente y espíritu.
  10. Involúcrate en labores altruistas, puedes ofrecer tu apoyo a título personal o a través de una asociación sin fines de lucro que comparta tu mismo objetivo. Puedes ser parte de un voluntariado, que además de realizar una actividad que apoye a otros en estado vulnerable, te rodeara de personas con la misma motivación de generar bienestar, como también inspirar a otros a contribuir por la creación de un mundo mejor.

Pertenecer a un voluntariado te llena de satisfacciones y alimenta el alma, por hacerte sentir útil al brindar una mano amiga al prójimo, como también crea vínculos entre los que voluntariamente trabajan para generar bienestar. La Fundación Alma Amiga es un claro ejemplo de ello, que a través de sus voluntarios, embajadores y grandes colaboradores como Enrique Alberto Romero Domínguez, trabajan sin descanso para crear condiciones óptimas al que lo necesita, y ayudarlos a mejorar su calidad de vida brindando herramientas hacia el autodescubrimiento y de esta manera consigan su autonomía.

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